miércoles, 27 de septiembre de 2017

HOY COCINO YO - TALLER DE POESÍA

Poema de Gloria Fuerte


El cocinero Fernando,
pasaba el día pensando
-sin pensar en lo que hacía-
se le olvida echar la sal,
nunca pela las patatas
y le sale el guiso mal.
La paella sin arroz.

(¡Qué atroz!)

Lo peor fue el otro día...
encerrado en la cocina,
peló viva a una gallina
y en el horno la metió…

(Pasó un rato...)

Y la gallina gritó temblando:

- Fernando, Fernando,
o enciendes el horno
o me pones las plumas.
¡Que me estoy helando!




Poema 



Una pizca de sal y limón
y seguir la receta con atención,
porque para ser un buen cocinero
debes de prepararte con esmero.

Los ingredientes has de sacar,
 verdura y hortiliza has de lavar,
¡cuidado con el cuchillo,
te vayas a cortar!
Y tengamos un problema
 antes de empezar.

Cocinero, cocinero
con gorro y delantal,
no te entretengas pensando,
que la comida se puede quemar.

Agua a hervir,
y pimientos a freir,
mientras los tomates vas cortando
que al solito queso irán acompañando.

Si el pollo está "saborío"
le pones ricas patatas,
y si el plato se queda vacío
de una rica guarnición lo acompañas.

No tienes secretos,
eres el mago de la cocina
porque sabores mezclados
son platos de fantasía.

Una pizca de sal y limón,
un delantal de humor y sonrisa,
un cocinero de gran corazón,
hace la comida mucho más rica.

Cocinero, cocinero,
artista de la cocina.
entre fogones
pasas la vida.







AGOSTO - TEORÍAS (Canciones 1921-1924)
Federico García Lorca


Agosto. 

Contraponientes
de melocotón y azúcar, 
y el sol dentro de la tarde, 
como el hueso en una fruta. 

La panocha guarda intacta
su risa amarilla y dura. 

Agosto. 
Los niños comen
pan moreno y rica luna.



Poemas de Miguel Hernández

Como la higuera joven
Como la higuera joven
de los barrancos eras.
Y cuando yo pasaba
sonabas en la sierra.
Como la higuera joven,
resplandeciente y ciega.
Como la higuera eres.
Como la higuera vieja.
Y paso, y me saludan
silencio y hojas secas.
Como la higuera eres
                                               que el rayo envejeciera.
Me tiraste un limón
Me tiraste un limón, y tan amargo,
con una mano cálida, y tan pura,
que no menoscabó su arquitectura
y probé su amargura sin embargo.
Con el golpe amarillo, de un letargo
dulce pasó a una ansiosa calentura
mi sangre, que sintió la mordedura
de una punta de seno duro y largo.
Pero al mirarte y verte la sonrisa
que te produjo el limonado hecho,
a mi voraz malicia tan ajena,
se me durmió la sangre en la camisa,
y se volvió el poroso y áureo pecho
una picuda y deslumbrante pena.

Tu corazón, una naranja helada
Tu corazón, una naranja helada
con un dentro sin luz de dulce miera
y una porosa vista de oro: un fuera
venturas prometiendo a la mirada.
Mi corazón, una febril granada
de agrupado rubor y abierta cera,
que sus tiernos collares te ofreciera
con una obstinación enamorada.
¡Ay, qué acometimiento de quebranto
ir a tu corazón y hallar un hielo
de irreductible y pavorosa nieve!
Por los alrededores de mi llanto
un pañuelo sediento va de vuelo
con la esperanza de que en él lo abreve.



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